El rol de China en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas: la estrategia expansionista del dragón

Resumen: Los intentos de China para recuperar el lugar privilegiado que tuvo en la era imperial, conocido como el centro del mundo, se han reflejado en su ascenso y activismo en el escenario internacional durante las últimas décadas. El objetivo de este trabajo es presentar los resultados parciales de una estrategia expansionista ejercida por China mediante los cinco principios de la coexistencia pacífica y el ejercicio de poder de veto que tiene en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Para esta investigación fue necesario utilizar una metodología de tipo cualitativa en la que se analizaron elementos como la identidad china bajo los supuestos del constructivismo en Relaciones Internacionales; hechos históricos como las guerras del Opio, el Siglo de la Humillación, la Década Perdida de China, e ideologías ancestrales como el Tianxia (天下). Además, se hizo un recuento de las veces que la República Popular China ejerció el poder de veto desde 1971, cuando ingresó a la organización, hasta principios del siglo xxi. Lo anterior con el objetivo de analizar el cambio que experimentó conforme su poderío fue aumentando. Dicha investigación aporta una alternativa a la perspectiva occidental sobre cómo está configurado el sistema internacional actual.

Palabras clave: estrategia, expansionismo, veto, coexistencia pacífica, Tianxia (天下).

Introducción

La República Popular China ha ganado un lugar estratégico en el mundo a medida que su poderío –principalmente en el ámbito económico– se ha intensificado. Desde la era imperial China es –y sigue siendo dentro del territorio– considerado el centro del mundo. No obstante, sucesos como las guerras del Opio –1840-1842 y 1856-1860– y el Siglo de la Humillación contribuyeron a la decadencia del último periodo de la dinastía en China; además de traer consigo la injerencia de potencias extranjeras que vinieron a restarle soberanía y a perpetrar injusticias que no hicieron más que acrecentar la inestabilidad interna.

En la investigación realizada, los avances que ha hecho China por ganar un lugar protagónico en el mundo son entendidos como una estrategia expansionista de carácter no agresivo que responde a elementos no coercitivos para aumentar su influencia a nivel mundial. La misma es llevada a cabo en distintos ámbitos de lo internacional, siendo uno de ellos el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. El presente artículo tiene por objetivo demostrar –mediante la opinión de expertos y datos duros– los resultados parciales del porqué se cree que China posee una estrategia expansionista y que uno de sus objetivos es incrementar su influencia y poder en el mundo para que, con sus aportaciones, pueda generar un cambio estructural en la gobernanza mundial.

La identidad de China bajo los supuestos del constructivismo

La teoría del constructivismo se originó a finales de los años ochenta y encontró su auge en el campo de las Relaciones Internacionales a finales de los noventa. Sus orígenes se remiten a los politólogos Nicholas Onuf y Alexander Wendt que, con sus obras Worlds of our making (1989) y What States Make of it (1992), respectivamente, marcaron el auge de la teoría a principios de los años noventa (Tah, 2018). Entre los aportes más significativos que abordó esta teoría se encuentra un elemento que antes no se había tomado en consideración: la identidad (Hopf, 1998).

Bajo esta teoría, la identidad puede entenderse como un elemento empírico que es teorizado en un determinado contexto histórico dado mediante la práctica social (Hopf, 1998). Enfocado a Relaciones Internacionales, este elemento respondía a aquellas cuestiones no medibles, como las prácticas culturales, las creencias, las ideologías y el contexto histórico. A su vez, la identidad nacional es la encargada de forjar el carácter y la percepción tanto interna como externa de un país. Con esto se puede responder a la pregunta ¿quién soy y qué me define como país? (McDonald, 2008). La identidad es un elemento que responde o justifica el comportamiento que adquieren los países con otros o consigo mismos. Por ejemplo, los constructivistas convencionales opinan que los factores culturales y sociales responden a las justificaciones que tiene un Estado nación para actuar de la manera en la que lo hace (McDonald, 2008).

Los principios de la coexistencia pacífica como parte de la identidad china

Los cinco principios de la coexistencia pacífica y la ideología del Tianxia representan las bases de la política exterior de China; además de que forman parte de la identidad nacional del país. Los cinco principios de la coexistencia pacífica –1) el respeto mutuo por la soberanía y la integridad territorial, 2) la no agresión mutua, 3) la no injerencia en los asuntos internos de otros países, 4) igualdad y beneficio mutuo y 5) coexistencia pacífica– son un elemento que ha contribuido a la formación de la política exterior de este país por más de medio siglo. Cuando China enunció estos principios junto con la India en 1953, para reforzar las relaciones políticas entre sí, no sólo formuló una política exterior amistosa con este país, sino con otros países colindantes. De esta forma, China se inclinaba por el multilateralismo, la igualdad, el beneficio mutuo y las relaciones internacionales legítimas que contribuyeran a un orden mundial justo y estable (Lemus, 2012).

Para China, los cinco principios de la coexistencia pacífica cargan con una interpretación propia vinculada a su identidad, debido a que reflejan narrativas –provenientes de su contexto histórico– que predominan en el país y manifiestan los intereses de su política exterior más importantes, los cuales están vinculados con su seguridad y su estabilidad nacional.

Se debe afirmar que esta idea no proviene de los cinco principios per se, sino de los intereses que hay detrás de éstos. A China lo que realmente le interesa son cosas como la estabilidad política interna, la seguridad territorial y la unificación nacional, además del desarrollo económico, social y sostenible (Weissmann, 2015). Dichos elementos son los que este país aspira a alcanzar basando su política exterior en dicha herramienta.

Al ingresar al sistema internacional como Estado nación en 1971, China forjó una nueva imagen en la cual su identidad se vio moldeada, más no transformada con el fin de mostrarse como un actor internacional más idóneo a los demás miembros de la organización. Se habla de que a partir de su entrada a la Organización de las Naciones Unidas (onu) este país desarrolló una doble identidad, expresada sobre todo en su política exterior. En otras palabras:

A pesar de tres décadas de desarrollo, China aún muestra una identidad dual de autosuperioridad y autoinferioridad –que también puede verse en su política exterior–. Por un lado, China tiene la mentalidad de ser superior, siendo el “Reino Medio” con el derecho natural de gobernar el mundo. Al mismo tiempo, China se siente muy insegura y débil, y bajo la presión de amenazas tanto desde dentro como desde fuera (traducción propia). (Weissmann, 2015, p. 152)

De esta manera, si bien China busca volver a convertirse en el centro del mundo, también teme sufrir alguna injerencia del exterior que pueda suponer una amenaza a su soberanía.

La ideología del Tianxia (天下)

Otro elemento que se tomó en consideración para el estudio de esta investigación y es distintivo de la identidad de China es la ideología del Tianxia.

Analizar el concepto del Tianxia resulta complejo debido a que está sujeto a diversas interpretaciones. La definición literal que se le atribuye a este término es bajo el cielo o todo bajo el cielo (Zhang, 2009). Sin embargo, profundizando en la misma:

Apunta a una antigua concepción china del mundo en donde todo –literalmente todo bajo el cielo– se consideraba estar bajo la autoridad del emperador chino, el Hijo del Cielo (天子, tianzi). Según esta cosmología, el dios supremo le otorgaba el mandato al emperador para gobernar la tierra (llamado Mandato del Cielo), pero sólo mientras gobernara con justicia (traducción propia). (Puranen, 2019, p. 46)

De esta forma, el Tianxia se remite a la época dinástica en la que China era el imperio más respetado y civilizado en comparación con los pueblos que lo rodeaban, también conocidos como xiongnu (Espejo, 1999).

Este elemento también puede ser entendido como un sistema que llega a cubrir tres niveles:

1) la tierra o todas las tierras bajo el cielo; 2) una opción común con un marco explicativo más amplio y poderoso que las encontradas en teorías occidentales […] y 3) un sistema político para el mundo con una institución global para asegurar el orden universal (traducción propia). (Zhang, 2009, p. 109)

Con esto, se puede apreciar que este sistema de tipo jerárquico es bastante expansivo por sí mismo si se analiza desde una perspectiva occidental.

En la academia el Tianxia se ha estudiado como una teoría. Introducida por los filósofos chinos Sheng Hong (1996) y Zhao Tingyang (2005), esta ideología ha tenido influencias significativas en el campo de las Relaciones Internacionales en China y ha llevado a que numerosos internacionalistas se interesen en explorar el tema (Zhang, 2009). Su aportación apunta que:

Para creer que China puede convertirse en una nueva clase de gran potencia –una que sea responsable de todo el mundo, pero de una manera diferente a los imperios históricos– Zhao tiene como objetivo crear nuevos conceptos sobre el mundo y sobre instituciones mundiales promoviendo la idea del Tianxia como la unidad central en el análisis de la política mundial (traducción propia). (Zhang, 2009, pp. 108-109)

En palabras de Zhang, no sólo el sistema internacional está fallando, sino el mundo. Él le atribuye esta deficiencia a los Estados occidentales y a sus teorías que se enfocan en el Estado nación (Zhang, 2009). En sí, el tianxianismo es una ideología que aboga por la reestructuración del orden internacional y que tiene la capacidad de arreglar problemas como el terrorismo, el calentamiento global, el nacionalismo extremista y los retos que trae la globalización (Puranen, 2019).

Si China posee una estrategia expansionista de carácter no agresivo en el Consejo de Seguridad, por no agresivo se refiere a que China usa herramientas diplomáticas como los principios de coexistencia pacífica o la Nueva Ruta de la Seda, habla de que utiliza su capacidad como potencia emergente para expandir su influencia política y cultural en el entorno global, a tal punto que la hegemonía de Estados Unidos pueda verse amenazada (Margueliche, 2019).

La República Popular China ha asumido el desafío de introducir un nuevo pensamiento para cambiar lo establecido y posicionarse como un especie de líder en el nuevo sistema que propone. En otras palabras:

En el contexto de la política exterior, China está tratando de llegar a otros países, enfatizando en los beneficios mutuos de hacer las cosas juntos. De esta forma intenta ser diferente de las prácticas occidentales de gobernanza de seguridad “has lo que digo, no lo que hago” (Kavalski, 2012, como se citó en Weissmann, 2015). China pone particular énfasis en sus experiencias personales de modernización como un país exitoso con desarrollo tardío, siendo un posible modelo para otros (traducción propia). (Spakowski, 2009, como se citó en Weissmann, 2015)

Por lo tanto, esta teoría se relaciona con la investigación realizada en el sentido de que ambos supuestos visibilizan esta construcción de la realidad social y buscan una manera diferente de interpretarla.

Humillaciones pasadas que provocaron el despertar del dragón

Para entender el comportamiento y la identidad nacional de China en el plano actual fue necesario analizar hechos históricos como las guerras del Opio y el Siglo de la Humillación que pusieron fin al imperio chino. A su vez, la política de la coexistencia pacífica no siempre ha sido ejercida ni entendida de la misma forma en ese país. Por lo tanto, para comprender esta evolución es necesario explicar por qué estos sucesos representaron un detonante para que China adquiriera una visión propia sobre esta herramienta y forjara una política exterior en torno a ella.

Las guerras del Opio sucedidas en el siglo xix –en especial la primera– fueron acontecimientos que terminaron de acentuar la inestabilidad interna que sufría la Dinastía Qing desde mediados del siglo xviii (Ramírez, 2018). La pobreza y hambruna que había en el imperio debido a la sobrepoblación, el gran nivel de adictos al opio –casi 12 millones–, la corrupción existente entre el Consoo –tipo de mafia china– y la East India Company, la incesante injerencia británica mediante la distribución ilegal del opio y el visible atraso en la fuerza militar de China frente a los países occidentales fueron las principales causas que llevaron a la Primera Guerra del Opio (1840-1842). Esta guerra trajo como consecuencia el establecimiento de lo que iba a ser el primero de los tratados desiguales –Tratado de Nanjing (1842)– que sometería a China por décadas (Ramírez, 2018). Dicha serie de tratados no hicieron más que perjudicar el orgullo y la soberanía de China. A este periodo de la historia china se le conoce como el Siglo de la Humillación, puesto que estos tratos no hicieron más que violar la soberanía de ese país durante todo el siglo xix.

En palabras de Mao Zedong, se reclamaba que otras potencias habían tomado posesión de territorios chinos: Japón llegó a tomar Taiwán y Hong Kong, por no mencionar la masacre de miles de civiles y militares sucedida en el Puerto Arthur (North, 1960). A su vez, Francia había ocupado Annam y Portugal se había apoderado de Macao (North, 1960). Con la aparición de las rebeliones antiextranjeras y los movimientos nacionalistas se expulsó a las potencias occidentales del país y, eventualmente, se instauró la República Popular China en 1949. Por ello, los objetivos políticos, económicos y culturales que tiene China en la actualidad encuentran sus raíces en humillaciones pasadas y evoluciones ideológicas y políticas de poder que buscan el ascenso de China como potencia mundial (Vyas, 2019).

Una mirada a la inserción de China en las Naciones Unidas (1971-1976)

A pesar de que China ingresó a la onu en 1945, la presente investigación se centró en su entrada formal a la organización el 24 de octubre de 1971. Desde su formación, la República Popular China ejerció numerables intentos para que se aceptara su entrada formal, pues a tan sólo un mes de su nacimiento, Zhou Enlai, entonces primer ministro de Relaciones Exteriores, notificó a la onu que Beijing debía ser el único representante legítimo de China (traducción propia) (Liu, 2014, p. 26). De esta manera, Mao Tse-tung buscó que se aceptara la idea de una sola China, aclarando que en ninguna circunstancia Beijing va a permitir que la República de China –actualmente Taiwán– representara al país por igual (Liu, 2014).

Entre las estrategias que China implementó para ganar aliados en la onu se destaca el apoyo económico y diplomático que el gobierno brindó a países africanos como el Congo y Etiopía al ser países del Tercer Mundo y con la intención de que visitaran China (Kim, 1974). Lo anterior con el fin de ganar su apoyo y entrar de manera formal en la onu. Otra estrategia fue la diplomacia the people to people del periodo de Bandung, la cual fue un ejercicio de espectáculo popular destinado a embellecer la imagen empañada de la República Popular China en la comunidad internacional (traducción propia) (Kim, 1974, p. 303). Este sistema que jugó el gobierno chino fue un reflejo de los principios de la coexistencia pacífica y no cedió hasta conseguir el suficiente apoyo internacional. No obstante, otra razón de peso para entrar a esta organización fue el acercamiento que tuvo con Estados Unidos. El hecho de que Richard Nixon visitara Shanghái en 1972 para normalizar las relaciones políticas después de la ruptura sino-soviética significó una oportunidad para que la República Popular China adquiriera el reconocimiento de los demás países miembro. Dicho de otro modo:

En los escritos de Nixon y de su asesor de seguridad nacional Henry Kissinger –las principales cuentas primarias de cambio de política hasta hace poco– la lógica central del reacercamiento de Estados Unidos-China era “relaciones triangulares”. En el contexto del rompimiento sino-soviético, esto implicó la apertura de relaciones entre Estados Unidos y China, dejando a China en el campo de las relaciones de gran poder como tercera potencia separada de la Unión Soviética (traducción propia). (Goh, 2005, p. 475)

Con esto, el gobierno chino pudo asegurar su entrada a la organización internacional y afianzar su alianza con Estados Unidos.

Las aportaciones que Deng Xiaoping implementó una vez que se erigió como mandatario se centraron en que China innovara y creciera económicamente. La implementación de reformas enfocadas en el campo agrario, industrial, científico, tecnológico y de seguridad, además de la apertura comercial al exterior, permitieron que este país empezara a desarrollarse y aumentara su activismo en los asuntos internacionales (Connelly, 1989).

Evolución del rol de China en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas

Una vez reconocido como Estado nación en la comunidad internacional, China aseguró su asiento permanente en el Consejo de Seguridad. Esto fue después de que dos tercios de la mayoría votaran en favor de la resolución 2758 en la Asamblea General, la cual otorgaba el acceso a China como miembro permanente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (Morphet, 2000). Su inserción en este órgano le brindó una oportunidad para presentar una imagen renovada del país en el cual la modernización, la apertura comercial y la estabilidad política habían suplantado el caos político, social y económico que se había presenciado durante el controversial gobierno de Mao.

El comportamiento que este país ha ido adoptando en el Consejo de Seguridad ha sido estratégico en la medida en la que su poderío y presencia como potencia han aumentado. Al momento de su inserción en el Consejo de Seguridad –todavía con Mao Zedong en el poder– China se mostraba tambaleante y cauteloso en su actuar. Pero con la llegada de Deng, eso fue cambiando. En este sentido, el rol que ha desempeñado en el Consejo de Seguridad puede ser entendido a través de tres periodos:

• La década de los setenta hasta inicios de los ochenta: este periodo se centró en la promoción de ideales revolucionarios en contra de la hegemonía (Wuthnow, 2011). Lo anterior iba enfocado más que nada al poderío que expedían las superpotencias como Estados Unidos o la Unión Soviética durante la Guerra Fría.

• La década de los ochenta: China se adaptó un poco mejor con los otros miembros del Consejo a la vez que se mostró afín con los intereses que tenían los países del Tercer Mundo (Morphet, 2000).

• La década de los noventa: en este periodo China tuvo que hacer frente a la dominación de Estados Unidos en el mundo y escoger una postura frente a las intervenciones humanitarias emprendidas por los países occidentales –de lo cual se hablará más adelante– (Morphet, 2000). En este contexto, China prefirió aliarse más con los países del Tercer Mundo y mantener un perfil bajo en el Consejo de Seguridad (Morphet, 2000).

Durante esta evolución se reflejó en gran medida la identidad dual que se mencionó en un principio. Es decir:

Beijing ha asumido –tal vez más que ningún otro país– una identidad dual, catalogándose a sí mismo como un país en desarrollo en temas de bienestar socioeconómico y cambio climático, mientras enfatiza su legítimo lugar como una gran potencia dentro del Consejo de Seguridad y de su creciente influencia económica y militar (traducción propia). (Erthal, 2016, p. 1180)

Resulta interesante analizar cómo a pesar de la posición que este país goza como potencia mundial, aún se pueden ver las cicatrices que China carga de su pasado y cómo su entrada en el Consejo de Seguridad representó una manera de asegurarse de que sucesos como el Siglo de la Humillación no vuelvan a ocurrir. Por otro lado, el ejercicio de veto chino desde su inmersión en el Consejo de Seguridad hasta principios del siglo xxi se puede analizar en la siguiente tabla:

Fuente: Elaboración propia con datos de Roberts y Zaum, 2008.

Durante los primeros años de China en el Consejo de Seguridad se puede ver que sólo ejerció el poder de veto un par de veces, el cual fue utilizado en relación con la oposición a la admisión de Bangladés a las Naciones Unidas –que indirectamente estaba unido a la secesión de Taiwán– mientras que el otro fue en septiembre del mismo año y estaba vinculado con la solicitud del cese al fuego en el conflicto de Oriente Medio (Morphet, 2000). La estrategia que aplicó en un principio se basó en la abstención de aquellas resoluciones en las que no se mostraba de acuerdo o no tenía el interés suficiente para intervenir (Wuthnow, 2011). No fue hasta después, cuando experimentó un crecimiento económico bastante notable, que aumentó su activismo en dicho organismo.

Otra estrategia en la que se reflejan los principios de la coexistencia pacífica fue en las operaciones de mantenimiento de paz. El hecho de que dichas misiones sean patrocinadas por Naciones Unidas supone otra vía por la cual China puede ejercer más influencia en el mundo (Lei, 2014). Con esto:

Como potencia emergente en un mundo interdependiente, el ascenso de China está siguiendo un camino diferente al de las potencias anteriores. China necesita manejar su creciente influencia en una forma más pacífica y ordenada. Cuando se trata de lidiar y resolver conflictos internacionales, el enfoque de China se caracteriza más por el uso de plataformas multilaterales, enfocado en medidas políticas y diplomáticas y su énfasis en la participación y el consentimiento de todas las partes pertinentes. Las misiones de paz patrocinadas por la onu brindan las herramientas más apropiadas para lograr los objetivos de política exterior china (traducción propia). (Lei, 2014, p. 10)

Este cambio en el actuar de China suponía un compromiso mucho más activo en la comunidad internacional. A partir de esto, China se ha convertido en el mayor contribuyente de dichas misiones al destinar más que nada tropas de apoyo, ingenieros y equipo de médicos capacitados para evitar que las fuerzas armadas utilicen fuerza excesiva en los territorios asignados (Lei, 2014). Lo anterior le ha resultado benéfico a China para su imagen internacional, pues ha logrado opacar temas de derechos humanos, niveles de contaminación, desigualdad social y pobreza extrema en sectores marginados, temas que han sido bastante criticados y que además han frenado su crecimiento nacional e internacional.

La República Popular China ha querido mostrarle al mundo los cambios modernos que ha implementado en su política exterior, como la búsqueda de ser una potencia integral o a comprehensive power en un mundo guiado por la multipolaridad (Weissmann, 2015). La incorporación de este concepto en China ha sido significativa, porque además de ser un término bastante holístico, refleja unidad, orden, seguridad y estabilidad, elementos vitales en la identidad china que se vinculan con el Tianxia y los intereses nacionales del país.

La onu ha sido un campo donde el gobierno chino ha implementado estas herramientas de política exterior. El hecho de que haya menos presupuesto de Estados Unidos significa que hay menos influencia de su parte, dejando un escenario bastante tentador para que China ponga en práctica su estrategia expansionista.

A principios del siglo xxi el compromiso de China con la comunidad internacional estaba en su apogeo, pues incluía todas las esferas de lo económico y sociocultural, inclusive lo militar. Además de abandonar su aislamiento económico, alentó a otras empresas chinas y organizaciones a hacer lo mismo, estrategia que aceleró a mediados de los 2000 (Weissmann, 2015). Al mejorar su situación política, económica y social, este país ha crecido cada vez más.

Fue en este periodo en donde China declaró su famoso peaceful rise, el cual fue cambiado a peaceful development para evitar connotaciones hegemónicas y amenazantes para las demás potencias (Weissmann, 2015). Lo anterior representó un elemento fundamental en la nueva política exterior de China, porque con ello impulsó el discurso del ganar-ganar en vez del tradicional juego suma-cero en el cual uno siempre va a salir más beneficiado que el otro (Weissmann, 2015). En este contexto, “China ha ganado el respeto del mundo no sólo como líder de los países en desarrollo, sino como un igual a las grandes potencias” (traducción propia) (Fullilove, 2006, p. 71). Como muchos autores refieren, durante esta década se habló del despertar del dragón, el cual está ganando fuerza y buscando su posición en el mundo. En términos metafóricos, “el gigante debe ser alimentado” (traducción propia) (Ebel, Hofer y Schmutzler, 2007, p. 3).

China y el coronavirus: ¿en favor o en contra?

En lo que respecta a China, el tema actual del coronavirus ha estado sujeto a diversas opiniones y críticas, mayormente por el hecho de que se asevera que fue detectado y originado en la provincia de Wuhan en un mercado de especies y pescados. A pesar de que esta pandemia llegó a afectar la imagen de China en el escenario internacional –sobre todo por las acusaciones que Estados Unidos infundía sobre el origen y la propagación del virus (Verma, 2020)–, el gobierno chino ha implementado una serie de medidas que se relacionan con los cinco principios de la coexistencia pacífica y con su expansionismo.

Un ejemplo fue la implementación de propaganda por el gobierno –videos, discursos, imágenes– que pone a China en una posición favorable y muestra la ardua lucha que ha llevado a cabo contra el virus (Verma, 2020). Lo anterior con el objetivo de ganar apoyo y solidaridad de la comunidad internacional. Otro ejemplo fue la asistencia financiera y médica, equipamiento de salud y conocimiento que compartió con países de África, América Latina, Europa y el resto del mundo, para ayudarlos a aumentar su capacidad de resiliencia y poder hacer frente al virus (Verma, 2020). Esto le ha servido de mucho para mejorar su imagen internacional, reafirmar su estatus de poder y seguir propagando su influencia en todo el mundo. En este sentido, las ventajas que ha logrado sacar a partir de la llegada del coronavirus es que, a diferencia de otros países en los que su economía se ha visto tremendamente perjudicada, ha registrado un crecimiento económico del 3 % durante 2020 (Fuente, 2020).

Por otro lado, a pesar de estos beneficios, ha caído mucho la demanda interna y externa de sus productos, lo cual impide que se recupere de manera óptima al interior del país (Julienne, 2020). Esto puede perjudicar en gran medida los intentos de China por ganar terreno en los asuntos internacionales, pues se ha generado más escepticismo y desconfianza por parte de otros países que consideran que China no está listo para liderar el mundo (Verma, 2020). A pesar de ello y con la manera en la que ha manejado la pandemia se plantea un escenario favorable pero incierto, debido a la evolución y a las consecuencias que ha traído el virus dentro y fuera del país.

Reflexiones finales

En la investigación realizada se llegó a la conclusión de que el uso de los cinco principios de la coexistencia pacífica le ha servido al gobierno chino como estrategia que se adapta a los intereses nacionales que ha tenido con el paso del tiempo. Los resultados parciales de esta investigación demuestran que, a través de las Naciones Unidas y el Consejo de Seguridad, China ha utilizado los principios de la coexistencia pacífica para aumentar su influencia y volver a ser el centro del mundo, pero de una nueva era, traducido como la nueva potencia mundial. A pesar de que mandatarios actuales como Xi Jinping no han establecido de forma explícita que dicha estrategia sea parte de sus objetivos nacionales o que se tenga como aspiración traer de vuelta la ideología del Tianxia al escenario internacional actual, sí visualizan a China como el país encargado de velar por la paz y el orden mediante el multilateralismo y los cinco principios de la coexistencia pacífica.

El ascenso de China como una potencia sigue siendo relativamente joven. Sin embargo, es un hecho que este país quiere seguir desarrollando e innovando, quiere erradicar los problemas internos que frenan su crecimiento nacional y continuar demostrando al mundo que su incidencia en el ámbito internacional cada vez abarca más campos que trascienden lo económico. Pueden pasar décadas para determinar cuáles son las verdaderas intenciones que China tiene respecto al liderazgo mundial en los temas internacionales. Por ello, este proyecto puede contribuir a investigaciones que tengan por objetivo seguir estudiando la historia, el pensamiento y el comportamiento de China en años posteriores.

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Anette Yarce Siu

Egresada de la licenciatura en Relaciones Internacionales de la Universidad Iberoamericana Puebla con interés en temas y estudios de Asia, sociales y humanitarios.. Mentora en la organización sin fines de lucro Humaniters Project en 2021. Correo electrónico: anetteyasa7@hotmail.com

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